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– ¿Persiste en toda su vigencia y virtualidad el ideal que aglutinó a los españoles en 1936?
«Por encima de algunas inquietudes puramente personales, o de pequeños grupos que puedan disentir en cuanto a métodos y de cualquier reflujo minoritario provocado artificialmente, los ideales de 1936 permanecen vivos y su contenido mantiene actualidad y fortaleza, refrendadas por su eficacia en todos los aspectos de la vida nacional e internacional. Se manifiesta en nuevos hábitos y modos de obrar, en mayores exigencias, en un sistema nuevo de criterios y de juicios a la hora de valorar serenamente y con sentido de responsabilidad nuestro presente político, nuestro nivel económico y nuestras posibilidades para el futuro. Sigue unánime la aspiración hacia la unidad, la prosperidad y la constante vigorización de nuestra soberanía o independencia, decisoria en nuestros problemas propios. En tal sentido, el lema de nuestro Movimiento de una España unida, grande y libre es insustituible, y toda actividad individual o de grupo que implicara o tendiera a debilitar cualquiera de estas tres adjetivaciones representaría un atentado a lo sustantivo a España.»
-¿Cuáles fueron, desde el punto de vista militar, a juicio de Vuestra Excelencia, las más decisivas acciones de guerra en que intervinieron, con predominio sobre otras Milicias, respectivamente, fuerzas de la Falange Española, el Requeté y Renovación Española?
«Es verdaderamente difícil, aun para quien tuvo el honor de mandar fuerzas tan valiosas y siempre dispuestas al heroísmo, el contestar a la pregunta y elegir como ejemplo un determinado hecho de armas. Las acciones más decisivas de estas Milicias fueron las que prestaron en los primeros días de la Cruzada, por el espíritu popular que imprimieron a las primeras acciones de la guerra y constituir desde la primera hora el nervio político del Alzamiento. En cuanto a la Falange y el Requeté, fueron tantas, tan repetidas y tan brillantes sus actuaciones en las acciones de guerra en que tomaron parte y encontró el Ejército en ellas unidades tan distinguidas, que los nombres de sus Tercios y Banderas son ya patrimonio de la Historia. Pero no es esta intervención militar lo más esencial, sino el haber sido, al integrarse bajo el imperativo histórico de la unificación, exponente político popular y expresión institucional y orgánica del Movimiento Nacional.
Por lo que se refiere a Renovación Española, por haberse integrado en su mayoría en las formaciones regulares del Ejército, en la exigüidad de las formaciones propias no se refleja todo su espíritu y la medida de gloria que corresponde a sus combatientes. La acción de Somosierra, en que intervinieron, fué trascendente en aquellos primeros momentos por su eficacia y su ejemplaridad.»
– ¿Qué significación tendría el que este ideal aglutinante se relajara y cada grupo de los concurrentes al 18 de julio regresara a sus acantonamientos políticos anteriores al Alzamiento?
«El de una traición a nuestros muertos, a los que todo lo dieron por la unidad y el futuro de la Patria. El que puedan persistir a través del tiempo casos aislados de particularismos egoístas que nada sacrifican al bien común, no desfigura la visión del conjunto ni puede extrañarnos persistan algunos viejos espíritus de politicastros en que la política de banderías y de rencillas entre españoles ha constituido al correr de los años el quehacer de su vida, y que tienen, por otra parte, el repudio de toda la Nación. Aquellas viejas situaciones políticas históricas de antaño no las permite ya el pueblo español, que se alzaría de nuevo contra el cantonalismo y la fragmentación de la Patria. Todos los intentos que en este camino desde el extranjero pretenden fomentarse tropiezan con el desprecio y el repudio más rotundamente nacionales. El poder aglutinante, la fuerza de cohesión, de integración y de superación del Movimiento en toda la geografía española están en pleno vigor y actúan con una agilidad refleja positivamente refractaria a cualquier tendencia de división o de separatismo político.»
– En el curso de los años transcurridos, ¿se han producido hechos que aconsejen al Estado concertar con grupos de caracterización en cierto modo partidista la relación de los postulados del Movimiento?
«En absoluto. Todos los españoles que poseen madurez política están llamados a la responsabilidad de las tareas de gobernar. Pero sería demasiado ingenuo -y la Nación no lo toleraría- que alguien creyera factible poder romper en provecho propio, de un grupo o de una bandería, la unidad nacional para erigirse en arrendatario del Régimen. En España no gobiernan partidos, gobiernan equipos de hombres que aceptan los principios y el sentido histórico del Movimiento. A estos hombres, cuando las circunstancias naturales, entre ellas el desgaste lógico que la función de gobierno engendra, lo aconsejan, se les sustituye para que otros continúen impulsando el desarrollo de los intereses comunes. Relevos que no perturban la marcha normal del país, con las rectificaciones naturales que toda obra de gobierno, en su afán de perfeccionamiento, entraña.»
– ¿El Alzamiento del 18 de julio supuso algún compromiso que le imprimiera determinado carácter predominante?
«En dos palabras se encierra la base sobre la que el Alzamiento se levantaba: por Dios y por España. El Movimiento surgió por un encuentro vitalmente necesario y absolutamente espontáneo de unas fuerzas nacionales que, interpretando el sentir de la Nación, se movían fundamentalmente por un sentido superador para salvar aquellos valores que forman y configuran el auténtico ser y la verdadera esencia de España. Todos los hombres y todas las fuerzas moralmente sanas se encontraron con el Ejército, la Falange y los tradicionalistas en el puno de confluencia al que era preciso llegar sin más dilaciones. Nadie pensó entonces en negociar para su matiz o peculiaridad el sacrificio que cada uno se imponía, ni en condicionar sus esfuerzos en orden a la victoria a dichos matices o peculiaridades. Todo se ofrecía por la unidad, la grandeza y la libertad de España, por la Patria, que se quería una, grande y libre para darse a sí misma la forma y la configuración política más adecuada a sus limpias tradiciones y a los imperativos de nuestro tiempo. Una España y un Estado para todos los españoles, sin distinciones, que aceptaran la victoria de nuestra Cruzada y los principios fundamentales del Movimiento Nacional.»
– Cuando se dice que va a robustecerse la Organización Sindical, ¿debe entenderse que este robustecimiento nacerá de la mayor intervención del Estado en los Sindicatos o de una mayor autonomía de éstos?
«Se trata de algo que responde a las exigencias de nuestra doctrina y al planteamiento institucional sobre el que descansa y se articula en gran parte el Régimen español, tenidas en cuenta las realidades económicas y laborales en que se desenvuelve la vida moderna. Si el Sindicato, en el que se concilian los intereses de los sectores que integran la producción, ha de ser el cauce por el que se realice la conjunción de los intereses productores con los públicos, es natural que lograda su capacitación tenga la participación debida y sea escuchado en todos los problemas que afecten al mundo económico y laboral, sin que por ello se menoscabe la responsabilidad y misión rectora que en la dirección de la política económico-sócial corresponde al Gobierno. De la íntima colaboración del Estado con el mundo económico y laboral encuadrado en los Sindicatos sólo se derivarán bienes: para el Estado, al identificar su labor con el sentir de los sectores productores, y los Sindicatos, porque verán coronada su función al nutrir con su savia la política económica y social, que al Gobierno corresponde regir y ordenar. Por otra parte, las instituciones sindicales intervienen en las funciones públicas a través de la participación directa de sus representantes en los Municipios y en las Cortes.»
– ¿Qué influencia sobre la política del Gobierno corresponde en el presente, y cuál corresponderá en el futuro a la doctrina formulada en los puntos programáticos del Movimiento?
«Un Movimiento político no puede anquilosarse en la rigidez de unos programas. En los puntos que han constituido la base de partida de nuestro Movimiento político, una cosa son los principios, que, como tales, han de permanecer, y otra lo programático, que al cumplirse sin renovarse dejarían a aquél vacío de contenido. En esto la inquietud de cada hora ha de llevarle a la superación de lo programado, pues no hay ni una sola norma programática funcional que no permita la adaptación de su contenido esencial a cualquier accidente de lugar y tiempo. En la obra realizada en estos años no sólo se ha superado muchísimo de lo programado, sino que se han forjado programas y aspiraciones nuevos que han enraizado en la conciencia pública y que vienen realizándose en los últimos años de gobierno. Los principios son, en cambio, lo inmutable, su eje diamantino, y están por encima de cualquier voluntad de cualquier Gobierno.»
– Además de las leyes fundamentales ya existentes, ¿se consideran necesarias algunas otras? En caso afirmativo, ¿serían sometidas a referéndum nacional?
«Ya he dicho otras veces que nuestro sistema constitucional es de Constitución abierta. Esto no quiere decir que sus leyes básicas carezcan de la estabilidad de las Constituciones en uso en otros países, pero sí que cuando hubieran de perfeccionarse, porque así lo requiera la voluntad o el servicio de la Nación, no haya por qué caer, como en aquellos, en un período constituyente y revolucionario, de los que España tanto padeció. La institución del referéndum ha permitido que sea la consulta directa a la Nación, y no la ficción y falseamiento a través de los partidos políticos, la que dé su aprobación a las leyes básicas por las que el país ha de regirse, y que para cualquier variación de las mismas hayan de requerirse los mismos trámites.
Lo que en este orden básico falta por establecer, que mira especialmente a la delimitación y separación de funciones de la Jefatura del Estado y del Gobierno para el futuro en cuanto tiene de básico, ha de someterse a los mismos trámites de las leyes anteriores.»
– Finalmente, ¿existe alguna razón para acelerar los procesos previstos en orden a asegurar la continuidad del Régimen?
«Ninguna. Existen las instituciones, están establecidos los órganos y los procedimientos que garantizan esa continuidad. Nuestras instituciones tienen robustez suficiente para arrostrar cualquier eventualidad. La Nación ha visto cómo, sin prisas ni tampoco retrasos, en cada momento se ha realizado lo que a cada hora interesaba para la buena marcha de la Nación. Lo que no puede hacerse, por un afán de perfección y de logro total, es el intentar quemar etapas y hacer el juego a los que desde nuestra Cruzada vienen especulando, intentando colocar al Régimen en un estado de interinidad. Veinte años de existencia, con todo lo que España en ese tiempo ha logrado en medio de tan violentos temporales del mundo, son bastante para demostrar la eficacia y la estabilidad de un Régimen. Los Poderes que rigen hoy nuestro país y quienes encarnan la autoridad son Poderes legítimos en su origen y en su ejercicio. Por lo tanto, toda la aceleración de un ritmo normal previsto sería inconveniente.»
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