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El Plan de Estabilización adoptado por el Gobierno en la segunda mitad del año anterior dio con creces los frutos apetecidos, manteniendo los precios interiores estables y, por consiguiente, consolidación del poder adquisitivo de salarios y rentas; firmeza de la cotización de nuestra divisa monetaria en los mercados exteriores al nivel de su paridad oficial y cambio de signo en nuestra balanza de pagos, crónicamente deficitaria. De un comercio exterior de 700 millones de dólares, siguiendo una curva favorable, hemos rebasado la cifra de 1.300 millones en el año que termina, victoria final que ha venido siendo preparada por las batallas del trigo, del algodón, del tabaco, de la madera, de la ganadería, de la avicultura y de los regadíos en el campo agrícola, así como por el de la electricidad y el de la industrialización, con su intensificación de construcciones navales, fábricas de abonos, de cementos, refinerías, factorías de tractores, camiones y automóviles, entre otras muchas realizaciones, que, expansionando nuestra economía, nos permitieron crear más de dos millones de puestos de trabajo.
La operación de la estabilización se hizo posible por esa preparación que al correr de estos cuatro lustros habíamos realizado, y que ha sido la base de la próxima y gran etapa de expansión económica, que hemos de emprender ampliamente, prosiguiendo esa política española que ha multiplicado la riqueza nacional y ha levantado a nuestra Patria de la inercia secular, de la falta de confianza en sus recursos y del estancamiento pesimista. El año 1960 983. Bienes materiales y espirituales
No son solamente los bienes materiales los que hemos de defender, sino nuestros bienes tradicionales, nuestros tesoros y nuestras riquezas espirituales. Y lo mismo que en los tiempos fatídicos de la República, por nuestra falta de unidad, fueron amenazados aquéllos, que se salvaron por la espiritualidad de nuestro pueblo, con mayor motivo puede ocurrir en el naufragio del mundo, si no sabemos mantenernos firmes, con nuestra unidad, nuestras creencias, nuestras recias tradiciones y si no nos esforzamos todos en lograr una sola voluntad, que es el servicio de la grandeza de la Patria.
Francisco Franco Bahamonde
(10-V-1960: Palma de Mallorca.)