La Codorniz y La Ametralladora, por Pilar Pérez García

 
 
María del Pilar A. Pérez García 
Historiadora
 
 

   Como simple curiosidad, recordar que el 8 de junio de 1940 salió el primer número de La Codorniz, fundada por falangistas y donde colaboraron igualmente muchos de ellos, a pesar de la tergiversación histórica que se ha hecho de esta gran revista inigualable. Heredera de La Ametralladora, revista de humor de los Combatientes Nacionales. Los humoristas estuvieron con los Nacionales y con Franco, en la guerra y en la paz. Este fenómeno es ocultado y manipulado cada vez más para que no se conozca. Hoy en día se ha perdido el sentido del humor, sustituido por la grosería y las cosas más ordinarias y chabacanas. La importancia de La Ametralladora en el sector de la prensa española de humor no se debe tanto a su duración en el mercado como a su condición de fermento del que después habría de transformarse en el semanario humorístico más significativo de su siglo: La Codorniz.       

 
   La Ametralladora pertenece al grupo de publicaciones bélicas aparecidas durante la Cruzada de Liberación Nacional, por eso se subtituló Semanario de los Soldados. Nació el 25 de enero de 1937 en Salamanca, fundada por Antonio de Lara “Tono” y Miguel Mihura, y editada por la Delegación Nacional de Prensa y Propaganda de FET y de las JONS. Los dos primeros números aparecieron con el nombre de La Trinchera, pero al coincidir el nombre con otra del bando rojo, cambió a La Ametralladora a partir del tercer número. Dirigida a los Combatientes de la Zona Nacional, la esperaban y la leían con entusiasmo, pues les suponía unos momentos de evasión en la dura vida de las trincheras. Era continuadora de una revista italiana del mismo nombre e inauguró el humor de vanguardia alegrando, como hemos visto, las largas horas de los Combatientes en el Frente de Batalla.
 

   Según Joaquín Calvo Sotelo: “Era esperada en las trincheras con más avidez que la Intendencia o la Artillería”.
 
   Según Edgar Neville el propósito de la revista era “triturar una civilización burguesa y falsa que traía renqueando un siglo de cursilería y de convenciones, atado a los faldones del último chaquet (…) Sátira de las novelas románticas, de los folletines, de los sonetos a la rosa de té, de las visitas de cumplido, de ‘María o la hija de un jornalero’ (1), de los señores con barba y chistera; sátira del ingeniero que se casa con la mocita de Arenales del Río, del “quiero y no puedo”, de las señoras cursis; sátira del niño modelo, del famoso Juanito y del imbécil de su padre; sátira de las señoras mayores y sus conversaciones”.     
 
   Desapareció el 21 de mayo de 1939. Los primeros números constaban de 8 páginas, pero pasaron sucesivamente a 16 y luego a 20 a partir del vigésimo noveno. Su formato era de 42,5 x 28 (gran folio) y se vendió a 15 céntimos y después a 25, siendo gratis para los Soldados. Portada y contraportada estaban ilustradas a color, a cuatro tintas. En sus comienzos no se distinguió de otras publicaciones del género bélico-propagandístico: loas a la Bandera, Himnos, Canciones y Proclamas de Franco y otros héroes Nacionales, propaganda de los triunfos propios, etcétera.     
 
   Pero a partir del mes de noviembre de 1937 pasó a dirigirla Miguel Mihura y se produjo un cambio fundamental: el humor agresivo empezó a ceder paso a ese otro humorismo nuevo de irradiación vanguardista que ya había tenido un antecedente con Ramón Gómez de la Serna, Enrique Jardiel Poncela, Edgar Neville, Tono y el propio Mihura en semanarios como Buen Humor y Gutiérrez. Además, los tres últimos serán puntales de La Ametralladora, a los que se agregarán Enrique Herreros, un jovencísimo Álvaro de Laiglesia, Teodoro Delgado López, Avelino Aróztegui y muchos falangistas combatientes. Progresivamente se fue implantando un humor blanco, insospechado en una revista de ese cariz. Aparecieron las famosas “tonerías” o cosas de Tono que también inició sus “fotos con pie” en las que el texto contrasta con la imagen por absurdo; surgen los cuentos idiotas de Miguel Mihura, los teatritos y dramas despendolados, los sonetos del Vate Pérez (Edgar Neville), las “Bonitas canciones de La Ametralladora”, en las que la letra sirve de pie a fotografías incongruentes elegidas con mucha inteligencia, y que luego emigrarán a La Codorniz, y algunas columnas como Las charlas de doña Merenguitos, que se trasplantarán al Don Venerando de Ángeles Villarta (1953) y Don Floripondio; y se popularizaron en sus páginas los dibujos del tipo “chapetes”, que sin necesidad de leer el chiste ya eran de por sí cómicos y hacían furor por esas fechas y que luego continuaron en La Codorniz.     
 
   Desde el número 100, del 25 de diciembre de 1938, nos encontramos con La Ametralladora convertida en lo que será La Codorniz: Mihura ya firma con su nombre, hasta entonces había utilizado el seudónimo de Lilo por temor a que se tomaran represalias gravísimas contra sus familiares en la zona roja, y Enrique Herreros se multiplicó en portadas e ilustraciones interiores; el humor absurdo ha desterrado definitivamente al belicista. Y cuando el 21 de mayo de 1939 se despidió de sus lectores diciendo que “tal vez vuelva”, ni su Director ni sus artífices son capaces de intuir el dilatadísimo éxito que seguirá en el semanario heredero al trabajo que han iniciado aquí. En total aparecieron 120 números y duró hasta el final de la Cruzada de Liberación Nacional. Su tirada era muy elevada y superaba los cien mil ejemplares.     
 
   La Codorniz se autodenominaba «La revista más audaz para el lector más inteligente», y también «Decana de la prensa humorística». El año 1944 fue nombrado Director de la revista Álvaro de Laiglesia, sucediendo a Miguel Mihura, continuando el éxito de la publicación.
 
   Recordar, en definitiva, que en La Codorniz colaboraron, entre otros: Miguel Mihura, Tono, Edgar Neville, Enrique Herreros, Enrique Jardiel Poncela, Nácher, Goñi, Ángeles Villarta, Conchita Montes, Los hermanos Ozores Mariano, José Luis y Antonio, Dino Segre “Pitigrilli”, Álvaro de Laiglesia, Fernando Perdiguero, Rafael Castellano, Teodoro Delgado López, Avelino Aróztegui, Alfonso Sánchez, Ángel Palomino, Evaristo Acevedo, Rafael Azcona, Julio Cebrián, Antonio Mingote, Miguel Gila, Emilio Dáneo Palacios “Dátile”, Serafín Rojo Caamaño “Serafín”, Ángel Menéndez “Kalikatres”, Eduardo, Máximo San Juan, Madrigal, Forges, Pablo San José García, Mena, Abelenda, etc. En 1977, después de treinta y tres años al frente de La Codorniz, Álvaro de Laiglesia cesó como Director, sustituyéndole Miguel Ángel Flores, aunque el responsable real fue Manuel Summers en compañía de Chumy Chúmez, que regresaron tras el cierre de la también revista de humor Hermano Lobo. Posteriormente la dirigió Carlos Luis Álvarez “Cándido”, pero ya no era lo mismo. La Codorniz dejó de publicarse el 11 de diciembre de 1978. En total se publicaron 1.898 números.  
 
 
 
NOTA: (1): Famosa obra del escritor castellonense Wenceslao Ayguals de Izco (1801-1875), que escribió una serie de novelas por entregas de marcado anticlericalismo e izquierdismo. La más conocida y exitosa fue esta María, o la hija de un jornalero (1845), que alcanzó numerosas reimpresiones y fue traducida entre otros idiomas al francés por Eugenio Sue, siendo la novela que introdujo el folletín en España.  
 
 
 
 

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