Padre Fernando Huidobro, Sacerdote, Legionario y Santo

 
PPG
 
 
El Padre Fernando Huidobro Polanco nació en Santander, el 10 de marzo de 1903, en el seno de una familia de profundas convicciones católicas.  Fue bautizado a los 2 días de su nacimiento en la Parroquia de la Anunciación. Su casa natal estaba frente a la Iglesia del Sagrado Corazón de los Jesuitas y esto contribuyó a que la familia tuviera una especial predilección y afecto por esta Orden. Su padre fue José de Huidobro y Ortiz de la Torre, natural de Santander, lo mismo que su madre, María Polanco y Bustamante. Tuvo nueve hermanos: dos fueron Ingenieros; dos Militares muy destacados, uno de ellos Aviador, que logró salvar la vida milagrosamente después de un accidente en la guerra; dos Sacerdotes; y dos hermanas que dedicaron su vida al servicio de Dios en las Religiosas Esclavas.
 
   Su infancia y adolescencia van a estar marcadas por diferentes traslados. El primero de ellos se produjo en 1908, cuando Fernando junto a sus padres y sus ocho hermanos, se trasladó a Melilla, ya que su padre era Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, y fue elegido por la Compañía Transatlántica para dirigir la construcción del nuevo Puerto de aquella ciudad. Fernando hizo su Primera Comunión el 23 de junio de 1911, en Melilla. El segundo traslado familiar se produjo en 1911, en esta ocasión a Madrid, donde Fernando completó su formación escolar e inició el Bachillerato. A principios de septiembre de 1916 murió su padre.
 
   En su última etapa de Bachiller, decidió ingresar en la Compañía de Jesús, iniciando así su Carrera Sacerdotal, la cual, compaginará con una intensa formación académica y universitaria en diferentes centros, tanto de España como del extranjero, destacando por sus excelentes calificaciones y resultados académicos. Pero la década de los años treinta empezó mal para los Jesuitas. Empezaban los tiempos difíciles de la 2ª república.
 
   Estando en Burgos para comenzar sus estudios de Teología, un incendio provocado por los rojos, que se produce en la madrugada, destruyó la casa de los Jesuitas. Esto se repite en varias casas más. Aún no estaban repuestos de la pesadilla del último incendio cuando el 23 de enero de 1932 el gobierno de la segunda república decreta la disolución de la Compañía, así como la incautación de sus bienes. Se les dio 10 días para abandonar las casas. Fernando partió hacia Bélgica y allí continuó sus estudios.
 
   En abril de 1933 subió al Diaconado en la Capilla de San Ignacio, en Holanda. El 28 de agosto del mismo año celebró su primera Misa acompañado de su madre, tres de sus hermanos, entre ellos Ignacio, que estaba en el Noviciado, y un tío suyo.
 
   A principios de 1936 hizo su retiro anual que terminó con la renovación de sus Votos Religiosos. Al salir de los ejercicios se encuentra con el asesinato de José Calvo Sotelo y con el Alzamiento Nacional del 18 de julio de 1936, que verá con buenos ojos dada la pésima situación de España. Quedaron incomunicados con el Provincial que estaba en Madrid y entonces pidió al Viceprovincial que le enviase a ejercer sus Ministerios Sacerdotales a España para asistir espiritualmente a los Soldados.
 
   A finales de agosto de 1936 recibió autorización de los superiores para regresar a España. Tiene su primer contacto con la guerra en el Frente de Guadarrama, donde estaba el padre Caballero que lo recibió con mucha alegría. Tras una breve estancia en Pamplona y Valladolid, llegó al Cuartel General de los Nacionales en Cáceres, consiguiendo, tras entrevistarse directamente con el Caudillo Francisco Franco y con Yagüe, ser aceptado como Capellán del Tercio, ingresando el 8 de septiembre de 1936 en la 4ª Bandera de La Legión, que en aquellos momentos se encontraba en Talavera de la Reina.
 
   Poco a poco, su perseverancia y el compartir las mismas penurias y peligros que los Legionarios, dieron sus frutos y se ganó el cariño, respeto y consideración de todos. Los guiaba espiritualmente y los atendía en todo momento. Leía las cartas de sus familiares a los analfabetos y hacía de escribano. En cualquier momento, aún en medio de las trincheras muy difíciles de vanguardia, se hacía el encontradizo con alguno de ellos y le exhortaba a la confesión.
 

   El 9 de noviembre de 1936 fue herido de gravedad en el Frente de la casa de Campo y los aguerridos Legionarios lloraban junto a su camilla. “Nunca se quiere tanto como junto a la muerte”. Una bala le perforó la pierna. Tenía una gran hemorragia y dispusieron que saliera en la primera ambulancia, pero él se negó en rotundo a abandonar a los demás heridos hasta que no viniese otro Capellán. Le hicieron un torniquete y desde una silla desvencijada continuó su labor de asistir y consolar a los heridos. Finalmente fue trasladado al Hospital de Griñón y, más tarde, al de Talavera de donde saldría la víspera de la Inmaculada para volver a unirse con sus Legionarios.
 
   El 5 de abril de 1937 y después de un Retiro Espiritual de 4 días, por falta de más tiempo, realizó el acto cumbre en su vida religiosa: la Profesión Solemne. Seis días después, en la mañana del domingo 11 de abril de 1937, en el transcurso de la ofensiva roja conocida como “Operación Garabitas”, en el Sector de la Cuesta de las Perdices, en Primera Línea de fuego el Padre Huidobro llevaba varias horas infatigable, en las trincheras más batidas de la Cuesta de las Perdices, donde las bajas eran incesantes.
 
   Después de varios intentos para que se retire del Frente, consiguen que vaya a atender a los heridos al Hospital de Campaña. A mediodía un obús ruso del calibre 12-40 revienta en el hospital y el Páter, mientras intentaba asistir a los Soldados de su Unidad muere en el acto. Muere gloriosamente por Dios y por España en medio del fragor de la batalla.
 
   Terminó siendo honrado por todos sus compañeros de armas, que lo convirtieron en un símbolo y ejemplo de compromiso y sacrificio. Un tramo de la actual A-6, carretera de La Coruña recibió su nombre, existiendo un Monolito de granito con lápida levantado en su memoria en el kilómetro 8,6. Este monumento se encuentra en el lugar exacto en el que murió el Capellán. Destaca el libro del Padre Jaime Tovar Patrón: El Padre Huidobro, Legionario y Santo. Biografía apasionada (2003).   
 
 
 
 
 
 
 
 

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