Pensamiento de Franco: Camino de avances laborales

Aún en plena guerra empezó a traducirse en hechos ese importante despliegue programático. En la primavera de ese mismo año de 1938 se establecieron los Sindicatos Verticales, la creación de la jurisdicción laboral, el Instituto de la Vivienda y el establecimiento del Subsidio Familiar. No había terminado el mes de enero de 1940 cuando se publicaba la ley de Unidad Sindical, y, en diciembre, las bases orgánicas de los Sindicatos, dando a lo largo del año pasos decisivos en la realización del Fuero, con disposiciones sobre la seguridad e higiene del trabajo, sobre seguro de accidentes, sobre el descanso dominical retribuido y sobre la jurisdicción laboral.

La declaración que se refiere a la política y tutela del trabajo se encuentra con un contenido rico en posibilidades legales. La acción constante y eficaz en defensa del trabajador, su vida y su trabajo, no sólo se manifiesta en el terreno legislativo con la multiplicidad de disposiciones que en tal sentido se promulgan, sino con la preocupación por su adecuado cumplimiento mediante la acción efectiva y unificada inspección del trabajo. En 1942 se regula la duración de la jornada laboral, se establece el trámite de conciliación en las reclamaciones laborales, se regulan los expedientes de crisis para asegurar la estabilidad en los puestos de trabajo, y se crea el Seguro de Enfermedad, con lo que se llena uno de los vacíos más importantes y extensos de nuestra antigua falta de política social. El elemento familiar como indudable carga obligada de los trabajadores, ha sido protegido, no sólo con la creación del Subsidio Familiar, sino con la especial forma de retribución llamada Plus Familiar, que administran los propios trabajadores en las Empresas. La seguridad en el trabajo cuenta con la promulgación del Reglamento de Seguridad e Higiene en el Trabajo, más las normas de seguridad contenidas específicamente en las Reglamentaciones, Reglamentos y Convenios Sindicales Colectivos.

Ese fue el ritmo de ejecución durante los años mismos de la guerra y los inmediatamente posteriores a ella, no obstante las graves consecuencias que para nosotros tuvo el estallido de la segunda guerra mundial. Claro es que no habían de ser menos enérgicas y vivas en los años posteriores nuestras realizaciones. Aquel quehacer abierto lo hemos mantenido siempre presente en nuestro espíritu, sin dejar de añadir cada día nuevas aportaciones a la obra final.

Francisco Franco Bahamonde

(9-III-1963: Madrid.—IX Consejo Nacional.)

 


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