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¿Cómo era España antes de nuestra Cruzada? Una pobre nación venida menos, ¡a tanto menos! Un noble país al que siglos de decadencia y do servidumbre, siempre a remolque de intereses ajemos, había sumido en la más amarga decepción. El pueblo español, tan rico en virtudes, había llegado a perder la fe en sí mismo y se había refugiado sufridamente en la resignación de los que nada esperan, sin que lograran sacarle de ella voces n actitudes gallardas, surgidas esporádicamente aquí o allá. La España do 1936, regida por una República en la que nadie creía, sino como puente do transición hacia el caos o hacia la dictadura comunista, era una España el trance de agonía.
El desconcierto había llegado a ser un común denominador de nuestra vida cotidiana. Los españoles no podían convivir, desconfiaban unos do otros. La economía saltaba rota en pedazos, sometida a la presión de huelga: más o menos razonables, pero convertidas en arietes que destruían la poca industria que entonces poseíamos y que afectaban gravemente a los intereses elementales de la comunidad. La calle, bronca, hostigada por luchas fratricidas, era escenario para el envilecimiento de quienes no tenían otra forma de rebeldía que la de las pistolas, prestos a buscar una justicia social soportada en el crimen y en la degradación moral de la autoridad. Bien sabéis muchos cómo el crimen se enseñoreó de la vida española, ejecutado desde los más altos estamentos del poder público, hasta convertirse en suceso común y corriente de los más bajos sectores sociales, adueñados por la incultura y estimulados por el odio en una alucinante carrera de descomposición de los valores humanos y espirituales.
Esto podría arrastrar a algunos a creer que aquellas generaciones que nos precedieron pudieran ser peores que las actuales. Sin duda, sus hombres serían similares a los nuestros. En ellas destacaron sabios, pensadores y valores en los distintos órdenes; se producirían técnicos, empresarios, trabajadores honrados y políticos honestos como los nuestros. Lo malo fue todo el sistema, la máquina política que los enfrentaba y destruía.
Francisco Franco Bahamonde
(22-XI-1966: Presentación Ley Orgánica del Estado.—Cortes Españolas.)