Pensamiento de Franco. El asalto comunista a España

El mundo occidental y cristiano no ha saldado aún su deuda con un pueblo que supo ofrecerle tan fuerte y trascendente partida de valores espirituales y morales. Si Europa puede un día recobrar su integridad, su alma y su misión, a la Cruzada española se lo deberá en primer lugar.

Recordad la situación de la que hubimos de partir y que puso en marcha las ansias renovadoras del Movimiento: España se moría desintegrada por sus luchas intestinas. Sus tierras y sus hombres estaban en trance de disgregación. La anarquía, estimulada desde el Poder, se señoreaba del país progresivamente. El comunismo acechaba su presa. El eje Moscú-Madrid, apuntando a Hispanoamérica, no constituía una invención, pues estaba perfectamente definido en las actas del Congreso de la Komintern de 1935.

La creación de este mismo Congreso de la táctica de los Frentes Populares de alianza con los más afines para más tarde desbordarlos; de filtración en las organizaciones obreras para parasitarlas, tuvo en nuestra nación una realidad inmediata. El primer Frente Popular se constituyó en España en el mes de diciembre de aquel mismo año. En febrero, la desunión de las otras fuerzas políticas facilitó el triunfo del Frente Popular. La suerte estaba echada. El camino para la subversión comunista se ofrecía franco. La organización de las milicias populares se encontraba al orden del día; la provocación por los partidos en el Poder de alteraciones del orden público buscaba la intervención de las fuerzas de seguridad para explotar la reacción, creando el clima favorable para su disolución. El licenciamiento de gran parte de los efectivos militares perseguía debilitar toda resistencia.

Las informaciones que desde la propia Dirección de Seguridad recibían las autoridades militares superiores acusaban la proximidad del golpe comunista. Se les prevenía contra el proyecto de eliminación de sus jefes y oficiales al salir de los domicilios para incorporarse a los cuarteles e incluso en muchas ciudades en las puertas de sus domicilios se descubrían señales y marcas misteriosas. La supresión de las principales y posibles cabezas de la contrarrevolución estaba decretada. Muy pronto Calvo Sotelo, jefe de la oposición parlamentaria, había de encabezar el número de víctimas. Su asesinato, premeditado por las fuerzas del orden público del Gobierno del Frente Popular, señaló el comienzo de la revolución.

Que no eran comunistas todos los que integraron el Frente Popular es cosa cierta, pero que su acción fue eminentemente comunista y servía a Moscú, nadie puede dudarlo. Los hechos siguientes lo demuestran:

La revolución del año 1934 en Asturias fue ya dirigida por agentes de Moscú; en ella se asesinó, se asaltaron bancos y se llevaron los millones robados al extranjero. El Gobierno del frente Popular amnistió esos crímenes y los millones robados no se devolvieron.

Desencadenada la revolución roja en 1936, vino a España a dirigir los acontecimientos el embajador ruso Rosemberg, no obstante no haber tenido España hasta entonces relaciones oficiales con los soviets. Desde los primeros momentos se establecieron en las poblaciones checas tipo ruso, tribunales populares, y en el Ejército, comisarios políticos comunistas, mientras el retrato de Stalin llenaba las fachadas de los grandes edificios. El comunismo internacional introdujo por la frontera pirenaica, desde los primeros momentos, una cifra de dos mil voluntarios diarios, con los que se constituyeron las Brigadas Internacionales. Muchos de los jefes comunistas de los Estados satélites soviéticos y jefazos del comunismo en Francia figuraron en España al frente de las brigadas comunistas internacionales. El Gobierno rojo entregó Rusia en depósito todo el oro de la Nación. A Rusia se llevaron por los Gobiernos rojos millares de niños para sovietizarlos. No creo que pueda existir mayor política de sumisión a Moscú que la que aquellos Gobiernos practicaron.

El mundo no aprovechó la lección debidamente, pues pronto la historia habría de repetirse, y son muchos todavía los que aún creen posible el servirse del comunismo o aliarse con él para alcanzar fines. Y es ya realidad histórica que es del comunismo, como elemento más fuerte, del que acaban siendo juguetes.

(31-VII-1958: Mensaje de Fin de Año.)


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