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El encuentro de España con si misma
Al pasar por estas riberas del Ebro camino de Tortosa y recorrer las tierras de Gandesa, con su disputado vértice Gaeta; las sierras de Pandols y de Caballs, y sus viñedos y olivares, regados por la sangre de tantos españoles, reviví la emoción de aquellos días en los que libramos la batalla más trascendente de nuestra guerra, ya que en ella se decidió para siempre la unidad entre las tierras y los hombres de España.
No constituyó el triunfo de un bando, sino la victoria de toda la Nación; representó el término de una larga etapa de decadencia, el cambio completo a una nueva era de resurgimiento de la Patria, lo que en la razón o en el de todos los españoles ansiaban. Sobre ella se levantaron estos veintisiete años de paz y de resurgimiento. Por eso hemos de agradecer a Tortosa, ciudad mártir de aquella epopeya, que haya querido perpetuar aquella gesta con este grandioso monumento al heroísmo de tantos españoles que con el sacrificio de sus vidas rubricaron el mandato solemne de nuestros muertos.
Yo pido a todos los españoles que mediten ante este monumento sobre las causas que nos condujeron a parecidas batallas interiores al correr de la Historia. Las consignas extranjeras de dividirnos, de enfrentar españoles contra españoles, han sido durante el siglo XIX y parte del XX esgrimidas por los enemigos de nuestra Patria y a las que tan bien se prestaron los sistemas políticos que nos precedieron.
De aquí la necesidad imperiosa de que estos heroicos sacrificios esté siempre presentes en nuestros afanes y que sus frutos no puedan jamás esterilizarse. Nuestro Régimen tiene bien probada su eficacia. Comparemos la España actual con la que recibimos; los años prolongados y fecundos de nuestra paz interna, la elevación general del nivel de vida, de renacimiento de nuestros valores morales y espirituales, de justicia social, de resurgimiento industrial y agrícola, de extensión de la cultura, de proyección prestigio hacia el exterior, de transformación en todos los órdenes de la Patria y de despertar general de la Nación. España, después de dos siglos, se ha encontrado a sí misma.
Francisco Franco Bahamonde
(21-VI-1966: Acto inaugural del monumento conmemorativo de la Batalla del Ebro.—Tortosa.)