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Responsabilidad de los Procuradores ante el pueblo y las Instituciones
A las Cortes que ahora comienzan su trabajo les aguarda un futuro, del que deberán hacerse dignas. Nacidas en un momento importante de la evolución política española, están llamadas a desarrollar en los próximos años una labor que puede ser decisiva para el destino inmediato de nuestro país. Queremos unas Cortes eficaces, ágiles, estudiosas, con un gran sentido de sus derechos y de sus deberes, dispuestas siempre a ejercer con alteza de miras y con aguda inteligencia su labor de fiscalización y de creación de la vida política.
Por primera vez llegan a las Cortes – por elección directa – los representantes de la familia. De esa célula básica en la vida social que, aún sin ser estrictamente una entidad política, sí es un cauce de representación a cuyo través se puede garantizar una limpia ejecutoria política.
Con la democracia familiar hemos roto uno de los más poderosos reductos del liberalismo a ultranza, consistente, como se sabe, en no reconocer más derechos que los de la persona individual. Tal ruptura no tiene nada de extraño si se tiene en cuenta que la institución familiar a merecido la atención de los legisladores de la posguerra, años después de que nuestra atención estuviese con ella. Baste decir al respecto que treinta y tres de las cuarenta Constituciones establecidas después de la Segunda Guerra Mundial, consagran uno o varios artículos de la familia y a sus derechos. Nosotros, por nuestra parte, desde los comienzos del Alzamiento Nacional hemos instalado en la política española, reafirmándolo en la Ley Orgánica del Estado, a la familia, uno de los elementos más sólidos y, por tanto, menos discutidos de la sociedad tradicional.
El proceso que ahora culmina con la constitución de la nueva Legislatura no ha podido ser más aleccionador. De una parte, el pueblo ha confirmado su fe en el sistema participando activamente en los procesos electorales habitados. De otro lado resulta evidente la madurez política de una sociedad que ordenada y pacíficamente, ha sido capaz de elegir a sus representantes.
Si, hasta ahora, hemos acertado en las lineas generales de nuestra política, es posible ya, sin hacer peligrar nada de aquello, contrastar libremente nuestras opiniones sobre la manera eficaz de alcanzar otros objetivos que hagan más feliz nuestra vida en común.
De aquí señores Procuradores, vuestra mayor responsabilidad, porque sois representantes de hombres e instituciones que os han elegido reflexivamente y que esperan de vosotros la misma reflexiva y prudente actitud cuando debatáis los temas que les tañen. Formáis ahora un Cuerpo que – como decíamos en ocasión de la apertura de las Cortes, hace ya veinticinco años – ofrece a los elementos constitutivos de la comunidad nacional un cauce real para la colaboración en las tareas del Estado. Vosotros, señores Procuradores, venís a reforzar la propia vitalidad de un sistema político que hemos creado, que hemos ido perfeccionando para servir mejor a España. Este Régimen, que ha puesto fin a una larga etapa de inestabilidad y anarquía en la que sistemas importados, que han tenido eficacia en otros pueblos, nos han demostrado no servir para el nuestro.
Francisco Franco Bahamonde
(17-IX-1967: Inauguración de la IX Legislatura de las Cortes Españolas.- Madrid)