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¿No podríamos decir otro tanto de la educación? ¿Cuál es hoy el problema fundamental de la educación? Que grandes masas acuden a los centros de enseñanza primaria y secundaria y que el número de estudiantes que acceden a la Universidad alcanza unos niveles que ni siquiera podían ser soñados hace cuarenta años. Recuérdense aquellos datos estadísticos, verdaderamente sonrojantes, que indicaban la existencia del 33 por 100 de analfabetos en la población española de 1930. A pesar del lugar prioritario que en los Presupuestos Generales del Estado ocupa actualmente la educación, todos los medios nos parecen escasos. Somos conscientes de la importancia decisiva que en la preparación del futuro tiene la extensión de la enseñanza a todos los niveles y por ello nuestros esfuerzos se encaminan a hacer realidad la igualdad de oportunidades que proclaman los Principios del Movimiento Nacional. Buena prueba de ello es la Ley General de Educación y Financiamiento de la Reforma Educativa, que amplía la obligatoriedad de la enseñanza básica hasta los catorce años. Un sistema moderno y diversificado de enseñanza en todos los grados, el aumento de becas, la incitación al estudio y a la promoción, hacen que las familias aspiren con fundadas esperanzas a una formación, a una enseñanza superior para sus hijos. Al crear, con la voluntad de perfección, la conciencia del problema, hemos acentuado, lógicamente, el problema de la educación. Pero con ello hemos demostrado también la virtualidad de nuestro Sistema, que ha conseguido, mediante la apreciación de las dificultades y la resuelta decisión de resolverlas, el progreso de que hemos sido testigos en estos treinta años.
Naturalmente que con ello se hace posible la crítica fácil de que hay problemas sin resolver. Pero ¿cuáles son esos problemas? Pues precisamente aquellos que han surgido de la solución de la mayor parte de los que teníamos planteados en los años anteriores y como consecuencia de nuevas situación, nuevos y poderosos empeños, en cuya solución está el cauce que nuestro dinamismo podrá actuar, elevando a España a la altura que siempre hemos deseado.
Francisco Franco Bahamonde
(18-XI-1971: Discurso en la X Legislatura de las Cortes)