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El progreso industrial no es para nosotros un capricho, es una necesidad. Las naciones pasan a industrializarse cuando sus necesidades interiores lo recaban. Hay quienes desde fuera todavía creen que nosotros propugnamos una industrialización artificial, y sin embargo nosotros afirmamos —no creo que nadie entre vosotros lo haya podido dudar— que llegamos con un respetable retraso a nuestra industrialización. Nuestra demografía nos impone cada día el aumento de la producción, la creación de nuevas fuentes de trabajo. Nos dicen que somos un país agrícola. Todos los países han sido agrícolas antes que industriales. Y los viejos países agrícolas hace cincuenta años necesitaban poco de la industria porque no lo demandaba su demografía y producían en casi todo lo que necesitaban, desde el mulo al carro y al arado romano. Hoy, la agricultura exige cada día más esfuerzos de la industria; pide tractores, máquinas agrícolas, arados modernos, exige abonos químicos. Y todo esto, que antes se sustituía por lo producido en nuestra propia Patria, hoy hay que comprarlo al extranjero o producirlo en nuestra nación impulsando la industria. Ello ha constituido el primer paso de nuestra industrialización para atender a las necesidades y demandas urgentes de nuestra economía y de nuestra agricultura, que exigen cubrir sus necesidades en progresivas etapas.
Francisco Franco Bahamonde
(25-II-1952: Centenario de la carrera de ingeniero industrial.—Madrid.)