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Gerardo Diego Cendoya nació en Santander el 3 de octubre de 1896. Fue un destacado poeta y escritor perteneciente a la llamada Generación del 27, del que fue su gran impulsor. Alumno de la Universidad de Deusto donde sigue la carrera de Filosofía y Letras, y donde conoce a quien seria después un amigo esencial en la vida literaria, Juan Larrea. Finalizada la carrera, se Doctoró en Madrid. Fue Catedrático de Lengua y Literatura en Institutos de Soria, Gijón, Santander y Madrid.
En Santander dirigió dos de las más importantes revistas del 27, Lola y Carmen. Fue uno de los principales seguidores de la Vanguardia poética española, y en concreto del Ultraísmo y del Creacionismo. En 1925 obtuvo el Premio Nacional de Poesía, por Versos humanos, ex aequo con Rafael Alberti, con Mar y tierra. Elaboró las dos versiones de la famosa Antología de poesía que dio a conocer a los autores de la Generación del 27.
Como profesor, dio cursos y conferencias por todo el mundo. Fue además crítico literario, musical y taurino además de columnista en varios periódicos. Se casa en 1934 y al año siguiente se traslada como catedrático al Instituto de Santander.
La Guerra Civil estalla cuando se halla de vacaciones en Sentaraille, Francia, de donde era su mujer Germaine Main. Una vez se libera Santander por las Tropas Nacionales, a finales de agosto de 1937, se incorpora a su Cátedra. Escribe artículos en el diario La Nueva España de Oviedo, periódico de FET y de las JONS. El 24 de mayo de 1938 escribió el artículo dedicado a los Soldados de España, donde decía:
“Estos muchachos volverán pronto, muy pronto con las banderas victoriosas y traerán escritas en pedazos de papel o de cuero, o grabadas en sus frescas memorias juveniles, las estrofas de la epopeya vivida día a día en los campos de batalla, el romancero de la Falange anónima, de la nueva conquista de Valencia del Cid”.
Gerardo Diego con J. García Nieto, Eugenio Montes y Adriano del Valle
De ese mismo año, 1938, ese el poema Soy de Oviedo. Torre de la Catedral, “mutilada torre catedralicia”, herida y símbolo del dolor, que quiso dedicarle en recuerdo del asedio que soportó la heroica ciudad durante la Cruzada y del bombardeo que padeció su Catedral, como años antes también, en la Revolución de Asturias, había sufrido la voladura de su Cámara Santa.
También de esa época es su colaboración en la Corona de Sonetos en honor de José Antonio Primo de Rivera, en la que Gerardo Diego le dedica el poema titulado:
Soneto a José Antonio. Igualmente de ese tiempo es su extensa poesía
Elegía heroica del Alcázar, dedicada a celebrar la gesta del Alcázar de Toledo. Poco después de finalizar la Guerra, fallece el aviador falangista Joaquín García Morato, el Jefe de la Escuadrilla Azul y la divisa “Suerte, vista y al toro”, a quien dedica, en el diario Región de Oviedo, el 18 de julio de 1942, el poema
Hallazgo del Aire. También suyos unos bonitos versos sobre la gran epopeya del Alcázar de Toledo
Por esas fechas sale un libro titulado Laureados, donde colaboran cerca de medio centenar de firmas: Manuel Machado, Camilo José Cela, Ernesto Giménez Caballero, Víctor de la Serna, Julián Cortés Cavanillas y el propio Gerardo Diego, entre ellos. El libro descubre toda una antología del heroísmo.
Desde 1947 fue miembro de la Real Academia Española. En 1979 se le concedió el Premio Cervantes, que tuvo que compartir con Jorge Luis Borges. Es suyo el considerado por muchos el mejor soneto de la literatura española,
El ciprés de Silos, así como de otros poemas importantes como
Nocturno,
Las tres hermanas o
La despedida.
Su inclinación por el nuevo arte de vanguardia le lleva a iniciarse primero en el creacionismo. La falta de signos de puntuación, la disposición de los versos, los temas intrascendentes y las extraordinarias imágenes caracterizan esta poesía. En 1986 se le concedió la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo. Falleció en Madrid el 8 de julio de 1987.